Aquellos que me conocen por mi actual trabajo pensarán que mi pasión son los mapas… pues siento desilusionarlos, no es así. La tecnología sí es una de las cosas que me apasiona, y la tecnología de mapas digitales es parte de eso, pero no todo.
Mi pasión es la lectura. Soy un lector omnívoro, aunque a veces no disponga de mucho tiempo para leer. La lectura me ha llevado por diversos rumbos, desde ser un descontrolado coleccionista de libros, hasta volverme un asiduo asistente a eventos de literatura, y hacer colas de horas para obtener la firma de un autor.
Por supuesto que de tanta lectura se me tuvo que dar en algún momento por escribir, y si, en mi caso por trabajo escribo mucho, pero eso es otro rubro. En lo que es literatura he escrito algo de ficción, hasta tengo relatos ganadores de concursos y me han publicado en un par de compilaciones, pero no les quiero aburrir con eso (por ahora).
Entre mis funciones en un trabajo anterior estaba la de revisar y corregir textos -originales y traducciones- de otras personas. Me gustó hacer eso y me capacité por mi cuenta para hacerlo mejor. Así que años después, cuando un amigo me preguntó si conocía a alguien que pudiera darle una corregida orto tipográfica al borrador de su primera novela, mi respuesta fue: ¡Yo mismo soy!
El año pasado el man me envió su cuarta novela -sí, es una serie de fantasía-, y los primeros días de este año me dedique a corregirla en mis ratos libres -un poco más amplios en estas fechas como siempre-. Fue un absoluto gusto, Enrique -mi amigo- escribe bastante bien, y en este libro, como en los anteriores, ni el ritmo ni la trama decayeron para nada y hasta hubo una batalla estructurada en una larga secuencia muy cinematográfica.
Además de la casi pecaminosa satisfacción de leer algo que otros no han leído y están esperando leer -la serie tiene sus fans-, está el hecho de poder ayudar a un amigo y poder también perderse entre las palabras, sus alternativas y posibilidades. No soy perfecto y sé que se me deben haber pasado cosas por corregir, pero haber contribuido a que el placer de la lectura sea -valga la redundancia- más placentero para otros, es un sentimiento muy agradable, la verdad.
Por otra parte, también he estado viendo series, lo cual no es novedad para quienes me conocen alguito. En fin de año terminé Dune: La profecía, que me gustó bastante. Saber más sobre los orígenes de las Bene Gesserit y la guerra conocida como la Yihad Butleriana resulta muy interesante, y las actuaciones y escenarios están de excelente nivel. No sé si el guión guarda parecido con el libro original pues no lo he leído, pero como siempre digo en estos casos, el libro es una cosa y la serie otra.
Luego me vi una mini serie de 4 capítulos: La Palma, una producción noruega filmada en las islas Canarias, sobre la erupción de un volcán en una de las islas y el consecuente tsunami que produce. Nada mal, aunque algunas cosas bastante predecibles. Igual la recomiendo pues mantiene la atención.
A la fecha tengo pendiente de terminar Skeleton Crew, una serie ambientada en el universo Star Wars que me ha resultado muy refrescante; puede estar orientada al público juvenil, pero eso mismo hace que veamos otros escenarios y situaciones que no han sido los usuales en la franquicia.
Otra que tengo por terminar es El juego del calamar 2, vi dos capítulos y si bien resulta interesante, creo que no alcanza los niveles de adicción que me produjo la temporada original. Así que la puse en pausa para ver Cien años de soledad… y casi la dejo también. Los dos primeros capítulos me resultaron bastante sosos, las actuaciones de regular para abajo, pero por ahí alguien me dijo: a partir del tercero mejora, y cierto. Anoche me vi el séptimo y demasiado bueno.
Tengo varias en cartera para las siguientes semanas así que ya les iré contando. Pero por el momento esto es todo en este nuevo intento de tener una newsletter con mayor frecuencia de publicación, aunque en esta ocasión con un contenido menos orientado a lo digital y más a lo personal. Espero no se me hayan aburrido mucho.
¡Esta vez sí hay bonus track!
¿Conocen a Renata Flores? si no son peruanos seguro que no, y aun así… muchos peruanos no la conocen tampoco. Ella, a decir del New York Times es parte de “una nueva generación de artistas que producen música contemporánea en quechua, la cual sigue siendo la lengua indígena más hablada en América Latina”. De su primer album Isqun, aprecien el video de la canción Francisca Pizarro (la hija de Francisco Pizarro y de Quispe Sisa, hija del Inca Huayna Capac y hermana del Inca Atahualpa).
Esta generación de artistas aunque popular en varios sectores de la población peruana, no esta extenta de críticas, sobre todo por el uso del quechua en un contexto que no es el usual. Como mi amigo Américo Mendoza comenta para Vice en una nota sobre Renata: “está muy bien que el quechua llegue al resto del mundo de diferentes maneras, en distintos formatos. Hay que retar el estereotipo del indígena como atemporal o puro. Cuando pensamos que los indígenas son eso, los estamos fosilizando”.
El video anterior es una colaboración entre Renata y Los Mirlos, una mítica agrupación peruana creadora del sonido de la cumbia amazónica, quienes este año son parte del cartel del Coachela 2025. Si quieren seguir a Renata, acá les dejo su YouTube y su Instagram. Y comentarles que con esta canción está participando de la edición 2025 del Festival de Viña del Mar.
Ya la próxima les hablo de Milena Wharton, que también tiene lo suyo!
Ahora si… chau!